Su vestido quedo intacto
Tal y como ella lo deseaba
Ni una sola arruga
Ni un solo indicio de la gran batalla

Su vestido quedo sin marca alguna

Pero su piel contaba una historia diferente
Marcas de batallas
Huellas incriminatorias
Labios forjados con fuego corporal

Su cuerpo contaba la historia

Sus labios besados
Mordisqueados
Destrozados y resanados

Y su vestido
Envuelto en gala

Su destino revuelto
Su cabello suelto

Y su vestido sin marca alguna.




-MARIUS VON CHESHIRE



Dia 49.

Dia de muertos

 30 de marzo de 2014.

Limpieza.

Partimos en dos grupos de tres, el primero se encontraba formado por Kimira, Samantha y Héctor.
En el segundo estaba formado por Germán, Andrés y yo.

Cecille y Paul permanecieron en el camión, cuidándolo de cualquier intromisión, muerta y no muerta.

El pueblo era pequeño, esperábamos que la población fuera relativamente pequeña, eso nos ayudaría al momento de limpiar el lugar, y esperábamos que hubiera suficientes recursos.

Nos preparamos con un par de armas de fuego, todas de bajo calibre, este tipo de limpieza debía llevarse a cabo con demasiado silencio, no sabíamos cuantos sonámbulos había y si la cantidad era exorbitante, no queríamos darles nuestra ubicación disparando como vaqueros en el viejo oeste.

Este pequeño viaje de reconocimiento me permitió hablar con Germán y Andrés, acerca de nuestro “compañero” Héctor.

Me dijeron que lo encontraron al lado del camino, tan solo unas cuantas horas después de que nos salvaron a nosotras, viajaba solo, sin arma ni alimento alguno, al parecer estaba a punto de morir.

No vieron nada malo en ayudarlo.

Yo me guarde cualquier opinión de él, ellos no preguntaron si ya lo conocía, pero sabía que lo mejor sería tenerlo bajo vigilancia.

El pueblo estaba formado por casas de madera, algo grandes y vistosas, todas ellas podrían refugiar a 20 personas como mínimo, y en el peor de los casos, 20 sonámbulos.

Comenzamos revisando las calles, estas se encontraban bastante decentes, ningún auto volteado, ningún incendio, ningún cadáver en las calles pudriéndose.

Eso nos dio muy buenas esperanzas, tal vez la mayor parte de los habitantes habían huido a otros lugares cuando comenzó la infección, eso nos ahorraría muchas balas.

Y si corríamos con ese tipo de suerte, tal vez podríamos permanecer en este pueblo sin problemas, lejos de la mayoría de los infectados, tal vez podríamos llevar una vida relativamente pacifica.

  El equipo de Kimira elimino al menos 16 sonámbulos, nosotros solo encontramos unos diez, las casas se encontraban en buen estado, lo mejor sería mantenernos en grupo, las mujeres tomaríamos una casa, los hombres otra, casas contiguas, siempre estaríamos en comunicación.

Espero que el tiempo que estemos en este pueblo sea extenso, que podamos vivir una vida relativamente normal.



-Casandra Pleasance Liddell






Me prometiste una sonrisa
Prometiste un verano juntos
Alejados del polo sur
Sin acercarnos al polo norte

Me prometiste tus brazos
Alrededor de mis hombros
Me prometiste tus labios
Ceñidos alrededor de los míos.

Me prometiste una noche.
Al filo del abismo
Alejado del derroche
Del desgaste y consumo.

Me prometiste alejarte
De todo lo que nos provocaba dolor
Del rincón frio y oscuro
Oculto en tu suspiro

Me prometiste una canción.

Llena de pasión…..

-MARIUS VON CHESHIRE


It´s the same feeling 

just another day in the edge 
in the same color

not in vain 
black and white
red in the veins

 your eyes
the color in grey
the sound of a prey 

it´s the same boy
it´s the same girl

just in red



-MARIUS VON CHESHIRE



3

Recuerdo cuando llego a la pensión, una chica universitaria, hermosa y juvenil, una mujer como nunca antes había conocido; la casera nos presentó, dijo que se llamaba Sofía, y que se quedaría en el cuarto contiguo al mío.

Sofía.

Una chica universitaria.

Yo, un joven de preparatoria tratando de mostrar un poco de independencia, con un empleo de medio tiempo y un lugar en una escuela normal.

Un chico normal.

Durante las primeras semanas Sofía no daba señales de vida, yo tenía instrucciones de no molestarla en ningún momento, la casera decía que una estudiante universitaria necesitaba tranquilidad, siempre desconfió de un estudiante menor de edad.

Sofía era pelirroja, su cabello era lo primero que destacaba, lo segundo era su cuerpo, realmente delgado, tal vez demasiado para considerarse un cuerpo sano.

Su piel era pálida, una tonalidad marfil.

Una mujer realmente hermosa.

La primera vez que cruzamos palabra fue una noche lluviosa, la casera se encontraba durmiendo, había ido a refugiarse a su habitación, siempre atemorizada por las tormentas eléctricas, dado que su esposo había muerto en una, alcanzado por un rayo en medio del campo, muerto al instante.

 Yo me encontraba en mi habitación, tratando de realizar un poco de tarea, sin mucho éxito; el golpeteo de las gotas de lluvia me distraía, poniendo imágenes fantasiosas en mi mente, llenándome con humedad.

Golpeteos.
Los nudillos de una mano golpeaban mi puerta, el sonido era tenue, por momentos fundido a los golpeteos de las gotas de lluvia en las ventanas.

Sofía llamaba a mi puerta.

Nadie más que ella podía ser.

Abrí la puerta, su cabello rojo atraía por completo mi atención, como un señuelo, como una fogata atrayendo a un insecto en medio de la oscura noche.

No articulo palabra alguna, solo se quedó mirándome a los ojos, por un momento creí que se encontraba molesta conmigo, aunque sabía que eso era imposible, nunca le había hecho nada para que se molestara, incluso trataba de evitarla.

Ese pensamiento se desvaneció.

Sofía me mostro una sonrisa radiante, unos dientes muy blancos, tanto como su piel.

-       Realmente eres muy serio, tal y como dijo la casera.

No supe que decir.

-       ¿Me dejarías pasar? Estoy algo aburrida y no me caería nada mal un poco de compañía.

Me hice a un lado, Sofía entro en la habitación, traía consigo una bolsa de papas fritas y un par de cervezas de lata.

-       A pesar de vivir en la misma casa no hemos hablado demasiado, sabes, además tenemos habitaciones contiguas.
Deberíamos ser amigos.

Mi mente comenzaba a procesar todo lentamente.

-       Pero somos de distinta edad, alguien como yo, te aburriría.

-       ¿alguien como tú?

Sofía destapo una cerveza, me la ofreció sin preguntarme si tomaba, yo la tome sin protestar.

-       No deberías subestimarte tanto, podemos ser grandes amigos, solo debes dejar todas las dudas a un lado, debes de ser tú mismo, en todos los aspectos, solo así seremos amigos.

-       A menos claro, que no desees ser amigo mío.

-       Claro que me gustaría ser tu amigo.

Bebí un gran sorbo de la cerveza que tenía en mis manos, Sofía hizo lo mismo, un brindis silencioso.

Pasamos la noche hablando, de todo tipo de cosas, cosas sin sentido, cosas irrelevantes, cosas del día a día, pequeñas cosas que nos ayudaron a conocernos mejor, nos ayudaron a acortar un poco una brecha inexistente.

La tormenta duro toda la noche.

Permanecimos despiertos hasta las 3 de la madrugada.

Al despertar Sofía seguía en mi habitación.

A mi lado, donde siempre debió de haber permanecido….


Al despertar.

La campana del campus avisando que las clases comenzarían me despertó.

Mi clase estaba a punto de comenzar, el mismo sueño me brindo una sensación de melancolía que se quedó conmigo el resto del día.
Una melancolía que nunca me ha dejado.

Una melancolía que llego el mismo día en que Sofía entro a mi cuarto.




-MARIUS VON CHESHIRE 


El agua salada resulto aun mejor 
el efecto se logro sin dolor
aun mejor
el efecto fue placentero.

Diluido en un mar de lagrimas
enterrado en granos de sal.

En un mar de solides
en un rió de fluidez
pensamientos sin meditación
exterminados sin preocupación.

Diluido.
Agotado.

Desechado.

Enterrado.

Diluido y perdido. 




-MARIUS VON CHESHIRE